lunes, 26 de octubre de 2015

Afrontando la pérdida de "Alela"

Imagen extraida de: www.nosinmishijos.com
Este es quizás uno de los posts más personales que vaya a escribir, y que estoy escribiendo con el corazón en un puño y las lágrimas a punto de salir cual aspersor.

Creo que a nadie, o al menos no a mucha gente, le gusta hablar con sus hijos de la muerte, pero es algo a lo que antes o después hemos de enfrentarnos, ya sea por la muerte de un familiar o de una mascota, o de alguien allegado.

Hace cosa de unos ocho meses, recién cumplidos los tres años de la bichi, tuvimos que afrontar uno de los peores momentos que hemos vivido como familia, explicarle que su “alela” había fallecido y que ya no podríamos ir más a verla.

Desde luego es algo que por desgracia ya sabíamos que más temprano que tarde ocurriría, y si algo teníamos claro es que no queríamos mentir a la niña, pues ella adoraba adora a su “alela”, aunque también sabíamos que era una niña de tres años y no podíamos decirle las cosas a bocajarro como se lo dices a cualquier otra persona.

Entonces… ¿Cómo se lo dijimos?

Pues con palabras que ella pudiera entender en ese momento. Hemos tenido la “suerte” de vivir desde el primer momento junto con mi hija la enfermedad de mi suegra, hasta meses antes de su fallecimiento que, por causas mayores (no voy a entrar en detalles), vivió en una residencia. El que ella viera que “alela” poco a poco estaba más malita, y que poco a poco se fue apagando, hasta el punto de que tan solo reaccionaba con la voz de mi marido o de mi hija, nos facilitó un poco mucho el camino para explicarle las cosas.

Aquel fatídico día, como si ella algo sospechara, cuando nos vio en la guarde un poco antes de lo normal, con toda su inocencia de niña preguntó “¿Vamos ota ves a ver a la alela como ayer?” (El día anterior estuvimos en la residencia), imaginaos la cara de mi marido y los nudos en la garganta míos cuando le tuvimos que decir que no. Y aquí quiero volver a dar las gracias a la guardería de mi hija por ayudarnos a hablar con ella de esto, sobre todo a su profe Juan.

Nosotros como buenamente pudimos y nos  salió la voz, le dijimos que no, que alela se había puesto muy  malita, y que por la noche se durmió y ya no había despertado  (es la verdad); pocas palabras y explicaciones más tuvimos que darle, ella ya supo lo que pasaba, y tristona pero con su inocencia nos contestó  “no llolles mami, no llolles papi, ahora alela está en el cielo con el tito y alelo (ni ella ni yo los hemos conocido, pero sí que le hemos habado de ellos)”.

Pero el tiempo pasa, y aunque la bichi sabe que “alela” ya no está, de vez en cuando pregunta por ella. Nosotros siempre ante eso le contamos lo mismo que aquél día, que “alela” está en el cielo, porque se puso muy malita y que cuando se durmió ya no se despertó por la mañana. Normalmente siempre lloriquea un poquito, se encierra un poco más en ella  y se pone algo más tristona, cuando pasa eso; y sabemos que es lógico, si soy yo y ahora mismo mis ojos parecen las cataratas del Niagra!!! Pero de ahí no suele pasar, hasta hace cosa de unos días.

Preguntó por “alela” y cuando le contamos lo de siempre empezó a preguntar “¿poque “alela” no se pone güeña y vuelve del cielo?, ¿Poque “alela” no se despetó?", y un sinfín de porqués que jamás antes nos  había preguntado.

En ese momento nos sentamos LOS DOS con ella y le intentamos explicar que hay veces que las personas cuando se ponen muy malitas se mueren y no vuelven, que eso es lo que le pasó a “alela”. Eso pasó sobre las siete de la tarde, y ella como siempre que se habla del tema se quedó tristona, pero no más de lo normal, le preparé el baño, y ya cuando estaba cenando la bichi no aguantó más y explotó, sí así tal cual, empezó  a llorar a grito pelado que quería volver a ver a “alela”, que le dijera al médico que la curara porque ella quería volver a estar con su alela. Fueron instantes de desconcierto por nuestra parte, porque en estos ocho meses jamás habíamos visto así a nuestra hija.

El llanto de mi hija era autentico llanto desolador, no sabíamos ni qué hacer, ni qué decir, es más casi ni nos dejaba acercarnos a ella, hasta que recordé que tenía un vídeo donde salía ella cuando era más pequeña y la “alela” , y que después en ese vídeo habíamos puesto todas las fotos que les habíamos hecho a las dos en esos tres años. Fue ponérselo y callarse, como si fuera un bálsamo, como si de un milagro se tratara, se calmó y, cuando conseguimos tranquilizarnos nosotros también, le  volvimos a explicar que aunque “alela” ya no esté aquí con nosotros, siempre que quiera puede pedirnos el vídeo y verla.

Y así es como nosotros hemos “afrontado” el tema de la muerte, no sé si hemos hecho bien, o hemos hecho mal, lo único que sé es lo hemos intentado hacer de la mejor manera que hemos creído conveniente

¿Vosotros habéis pasado por alguna 

situación parecida? ¿Cómo lo habéis 

afrontado? 


Besazos Bichejos Enormes 

Verónica

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