Imagen extraida de: www.nosinmishijos.com |
Creo que a nadie, o al menos no a mucha gente, le gusta
hablar con sus hijos de la muerte, pero es algo a lo que antes o después hemos
de enfrentarnos, ya sea por la muerte de un familiar o de una mascota, o de
alguien allegado.
Hace cosa de unos ocho meses, recién cumplidos los tres años
de la bichi, tuvimos que afrontar uno de los peores momentos que hemos vivido
como familia, explicarle que su “alela” había fallecido y que ya no podríamos
ir más a verla.
Desde luego es algo que por desgracia ya sabíamos que más
temprano que tarde ocurriría, y si algo teníamos claro es que no queríamos
mentir a la niña, pues ella adoraba adora a su “alela”, aunque también sabíamos
que era una niña de tres años y no podíamos decirle las cosas a bocajarro como
se lo dices a cualquier otra persona.
Entonces… ¿Cómo se lo dijimos?
Pues con palabras que ella pudiera entender en ese momento. Hemos
tenido la “suerte” de vivir desde el primer momento junto con mi hija la
enfermedad de mi suegra, hasta meses antes de su fallecimiento que, por causas
mayores (no voy a entrar en detalles), vivió en una residencia. El que ella
viera que “alela” poco a poco estaba más malita, y que poco a poco se fue
apagando, hasta el punto de que tan solo reaccionaba con la voz de mi marido o
de mi hija, nos facilitó un poco mucho el camino para explicarle las cosas.
Aquel fatídico día, como si ella algo sospechara, cuando nos
vio en la guarde un poco antes de lo normal, con toda su inocencia de niña
preguntó “¿Vamos ota ves a ver a la alela como ayer?” (El día anterior
estuvimos en la residencia), imaginaos la cara de mi marido y los nudos en la
garganta míos cuando le tuvimos que decir que no. Y aquí quiero volver a dar
las gracias a la guardería de mi hija por ayudarnos a hablar con ella de esto,
sobre todo a su profe Juan.
Nosotros como buenamente pudimos y nos salió la voz, le dijimos que no, que alela se
había puesto muy malita, y que por la
noche se durmió y ya no había despertado
(es la verdad); pocas palabras y explicaciones más tuvimos que darle,
ella ya supo lo que pasaba, y tristona pero con su inocencia nos contestó “no llolles mami, no llolles papi, ahora
alela está en el cielo con el tito y alelo (ni ella ni yo los hemos conocido,
pero sí que le hemos habado de ellos)”.
Pero el tiempo pasa, y aunque la bichi sabe que “alela” ya
no está, de vez en cuando pregunta por ella. Nosotros siempre ante eso le
contamos lo mismo que aquél día, que “alela” está en el cielo, porque se puso
muy malita y que cuando se durmió ya no se despertó por la mañana. Normalmente
siempre lloriquea un poquito, se encierra un poco más en ella y se pone algo más tristona, cuando pasa eso;
y sabemos que es lógico, si soy yo y ahora mismo mis ojos parecen las cataratas
del Niagra!!! Pero de ahí no suele pasar, hasta hace cosa de unos días.
Preguntó por “alela” y cuando le contamos lo de siempre
empezó a preguntar “¿poque “alela” no se pone güeña y vuelve del cielo?, ¿Poque
“alela” no se despetó?", y un sinfín de porqués que jamás antes nos había preguntado.
En ese momento nos sentamos LOS DOS con ella y le intentamos
explicar que hay veces que las personas cuando se ponen muy malitas se mueren y
no vuelven, que eso es lo que le pasó a “alela”. Eso pasó sobre las siete de la
tarde, y ella como siempre que se habla del tema se quedó tristona, pero no más
de lo normal, le preparé el baño, y ya cuando estaba cenando la bichi no
aguantó más y explotó, sí así tal cual, empezó a llorar a grito pelado que quería volver a
ver a “alela”, que le dijera al médico que la curara porque ella quería volver
a estar con su alela. Fueron instantes de desconcierto por nuestra parte,
porque en estos ocho meses jamás habíamos visto así a nuestra hija.
El llanto de mi hija era autentico llanto desolador, no
sabíamos ni qué hacer, ni qué decir, es más casi ni nos dejaba acercarnos a
ella, hasta que recordé que tenía un vídeo donde salía ella cuando era más pequeña y la “alela” , y que después en ese vídeo habíamos puesto todas las fotos que
les habíamos hecho a las dos en esos tres años. Fue ponérselo y callarse, como
si fuera un bálsamo, como si de un milagro se tratara, se calmó y, cuando
conseguimos tranquilizarnos nosotros también, le volvimos a explicar que aunque “alela” ya no
esté aquí con nosotros, siempre que quiera puede pedirnos el vídeo y verla.
Y
así es como nosotros hemos “afrontado” el tema de la muerte, no sé si hemos
hecho bien, o hemos hecho mal, lo único que sé es lo hemos intentado hacer de
la mejor manera que hemos creído conveniente
¿Vosotros habéis pasado por alguna
situación parecida? ¿Cómo lo habéis
afrontado?
Besazos Bichejos Enormes
Verónica
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