Estoy un poquito harta, por no decir un
muchito, de las puñeteras etiquetas, y no me refiero a las etiquetas
de la ropa, que también las condenadas a veces molestan lo suyo,
sino a las etiquetas que ponemos a los niños.
Seguramente lo hacemos
inconscientemente, sin percatarnos del alcance ni de la repercusión
que esto les causa a esos niños; frases del tipo “eres malo”,
“mira que eres tonto”, “uy que gordito que está”, “mira
que eres vago”,“pues mi hijo con menos años ya sabía esto y
aquello”, y así podría llenar el post entero de esas malditas
etiquetas.
He pasado una semana, escuchando por
boca de un niño de doce años muchas de esas perlas, perlas que muy
a mi pesar se las han dicho hasta sus profesores y tutores, por el
simple hecho de que a él le cuesta más trabajo que a los demás
aprender y estudiar, no memoriza las cosas como otro, pero ahí acaba
su problema, ni es tonto, ni es vago, ni es idiota.
Es un niño al cual en su momento lo
diagnosticaron (y este es uno de los casos que estoy plenamente
convencida de que se diagnosticó bien) con el famoso TDAH, ¿y eso
que significa?, señores, eso significa que es un niño hiperactivo
al cual le cuesta más concentrarse, simple y llanamente eso, ni más
ni menos.
Es un niño de doce años, con una
imaginación que ni Walt Disney, risueño, cariñoso como pocos niños
de doce años he podido ver, el cual adora leer (curioso eh?), adora
ver sus series de anime, pero que le cuesta horrores memorizar las
cosas cual lorito para un examen, le cuesta más que a otros niños
entender el porqué de las cosas, o mejor dicho, se cuestiona mucho
más el porqué de las cosas. Pero para nada es tonto, ni idiota...
No entiendo como una tutora, un
director, o un orientador, son capaces de decirle a un niño “tu
no vales ni para kiosero, porque no sabes nada de matemáticas”,
venga ya!! ¿Enserio esta es la forma de motivar a un niño?; pues
perdonarme que os diga, aquí la que suscribe en su día la
etiquetaron diciéndole a mis padres y a mí algo por el estilo, y
hoy por hoy, puedo decir que tengo más formación que muchos de los
cuales se suponía que iban a ser los mejorcitos del país; eso sí
tengo que darle las gracias a mis padres por no haberse creído en su
momento esas sandeces, y haberme hecho ver que si se quiere se puede.
Así que por favor ya basta, ya basta
de machacar a los niños con etiquetas absurdas que lo único que
hacen es dañarles la autoestima, y hacerse creer algo que para nada
es verdad. Y como he dicho antes...
¡¡las etiquetas para los precios de la
ropa!!
Besazos Bichejos Enormes
Verónica
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